AL. 06. El Profesor Nimai

NIMAI ERA MUY GENEROSO

Nimai era muy generoso cuando daba alimentos y vestimentas a los menesterosos que venían a mendigar a Su puerta. Para hacer obras de caridad y dispensar hospitalidad, Su hogar siempre estaba abierto a todos. Los monjes solían congregarse allí por veintenas y Nimai les servía personalmente. En ocasiones, cuando Saci-devi se preocupaba por los gastos tan elevados, Nimai la consolaba: “Krsna, el sustentador del universo, proporcionará todo”. Nimai también se dedicó con más ahínco a enseñar a Sus estudiantes. Era extremadamente apuesto, joven, y se vestía a la moda. Sus labios eran rojos a fuerza de masticar especias dulces. Un grupo de estudiantes le seguía dondequiera que iba. ¡Esta era una característica muy particular en Él! De niño, era el líder de los niños; de estudiante, era el líder de la escuela, y ahora era el líder de Sus propios estudiantes. El proverbio favorito de Nimai, después de convertirse en maestro, era que en Kali-yuga, la era de las riñas, aquellos que no conocen las reglas de las conjunciones gramaticales se convierten en profesores de gramática. Los Panditas más prominentes se convertían en blancos de Nimai; por eso, siempre que fuese posible, hábilmente se escondían de Él. Un día, paseaba por las calles con Sus estudiantes cuando vio a un devoto llamado Mukunda, quien rápidamente escapó para evitarle. Nimai le preguntó a Govinda: “¿Por qué huyó Mukunda?” Govinda contestó: “Mukunda súbitamente recordó algo que había olvidado hacer”. Nimai no quedó satisfecho con la respuesta y dijo: “Yo sé por qué lo hizo. Él no quiere hablar con un hombre mundano como Yo. Solamente lee las Escrituras Vaisnavas, en tanto que Yo explico los diversos comentarios acerca de la gramática. Nunca hablo de Krsna y por eso él huye de Mí”. Después de expresarse así sobre Mukunda, Nimai agregó: “¡Muy bien! Ellos pueden tratar de evitarme, pero no por mucho tiempo. Me convertiré en un devoto tal que el mundo entero vendrá a Mis puertas”. Nimai reía al bromear acerca del futuro, pero nadie podía comprenderle.
Cierto día, un gran devoto llamado Isvara Puri, quien se convertiría en preceptor de Nimai, vino a Navadvipa-dhama. Todos los devotos de Navadvipa le dieron la bienvenida con gran felicidad. En aquel instante Nimai no estaba presente. Más tarde, cuando se encontraron, Isvara Puri quedó atónito ante Su encantadora presencia. Había escuchado mucho acerca de Nimai Pandita y se sentía muy feliz de verle. Nimai
invitó a Isvara Puri a Su casa. Isvara Puri aceptó y fue a comer allí. Después, habló con detalle acerca de su maestro espiritual y de los pasatiempos amorosos de Krsna. Nimai le escuchó atentamente, y mientras Isvara Puri permaneció en Navadvipa, fue a visitarle todos los días. Isvara Puri había escrito una obra titulada Krsna Lilamrta y quiso saber la opinión de Nimai sobre el libro. Nimai muy cortésmente declaró: “Cuando un devoto describe a Krsna, es ofensivo criticarle. No importa de qué manera un devoto se dirija a Él, Krsna se sentirá complacido y corresponderá a su devoción”. Esta respuesta satisfizo a Isvara Puri. Sin embargo, un día, mientras leía su obra a Nimai, Éste señaló un verbo utilizado de manera incorrecta. A continuación sobrevino un debate, pero Isvara Puri era un hombre muy sabio y simplemente escuchó los argumentos de Nimai. Cuando Nimai regresó al día siguiente, Isvara Puri demostró que el verbo había sido utilizado correctamente. Así, ellos pasaron varios días juntos tratando acerca de temas diversos. Isvara Puri no permanecía por largo tiempo en ningún lugar y pronto se fue de Navadvipa.

MUKUNDA FUE ILUMINADO AMPLIAMENTE

Algún tiempo después, Nimai sorprendió a Mukunda y exigió le explicara por qué le había evitado la última vez. Nimai le dijo: “Hoy no permitiré que te vayas a menos que me des una satisfacción”. Mukunda pensó que Nimai era experto en gramática, pero que si seleccionaban temas sobre poesía, podría vencerle fácilmente. Entonces dijo en voz alta: “La gramática es cosa de niños, tratemos acerca de la poesía y las aliteraciones”. Complacido, Nimai consintió. En el transcurso del debate Mukunda fue iluminado ampliamente. Finalmente, Nimai le aconsejó: “Ve a casa y vuelve a leer tus libros, pero esta vez presta más atención”. Mukunda se inclinó ante Él lleno de asombro y se preguntaba cómo era posible que Nimai fuese tan sabio. Una vez, mientras desempeñaba Su papel de maestro, Nimai cayó en éxtasis. En lo profundo de Su arrobamiento, Sus palabras eran incoherentes, rodaba por el suelo y todo lo rompía. Gritaba en alta voz, saltaba y amenazaba con pegarle a la gente. Sus amigos pensaron que la causa era un trastorno de los aires de Su cuerpo. Su estudiante favorito y Su benefactor vinieron a verle y le trajeron algunos aceites muy finos. Se probaron muchos otros remedios, pero Nimai no dejaba de exclamar: “¡Mi nombre es Visvambhara! Yo soy aquel que sustenta el universo, pero nadie me reconoce”.
Muchos concluyeron que algún espíritu se había apoderado de Nimai, mientras otros decían que había enloquecido por el hábito de hablar continuamente. Sin embargo, después de algún tiempo, invariablemente regresaba a la normalidad.

 

NIMAI SE RELACIONABA FÁCILMENTE CON TODA CLASE DE PERSONAS

Nimai se relacionaba fácilmente con toda clase de personas, como grandes profesionales, tejedores, lecheros, comerciantes y obreros. Solía ir a la casa de los lecheros y bromeaba con ellos mientras bebía leche, comía cuajada y crema. Iba donde los vendedores de perfumes y les pedía algunas esencias. Ellos se complacían en darle las mejores, aquellas que no se evaporan fácilmente. Los prestamistas le otorgaban crédito ilimitado. El hombre que hacía guirnaldas, el vendedor de especias dulces, y el de caracolas, también le ofrecían un crédito excelente. Sin embargo, el favorito de Nimai era un vendedor de vegetales muy pobre que ganaba su escaso sustento vendiendo las hojas y la corteza del banano, así como algunos otros vegetales. También era muy buen devoto, y su fe en el Señor era muy fuerte. Nimai solía importunarle expresando sorpresa por el hecho de que tuviese tantas carencias a pesar de adorar a Laksmi y a Narayana, las Deidades de la opulencia y la majestad. Sridhara, el vendedor de vegetales, contestaba: “Los devotos no desean riquezas sino devoción exclusiva hacia el Señor”. Nimai replicaba que Sridhara había escondido su tesoro y quería pasar por pobre para engañar a todos, “pero si él no me da parte de su tesoro, le voy a desenmascarar”. Sridhara sentía que era incorrecto seguir discutiendo con Nimai y libremente le daba todo lo que pedía. Aun así, Nimai no quedaba satisfecho y no dejaba de importunar a Sridhara, sino que inquiría: “Sridhara, ¿quién soy Yo?” Sridhara contestaba: “Eres un Brahmana y por tanto eres parte del Supremo Señor Visnu”. Nimai decía: “¡No Sridhara! ¡Soy un pastor de vacas! ¡También soy el padre del Ganges que tú adoras!” Escandalizado, Sridhara exclamaba en alta voz: “¡Sri Visnu! ¡Sri Visnu! ¡Sri Visnu!” Y luego decía: “¡Oh Nimai! ¿Acaso no sientes respeto por el sagrado Ganges? A medida que su edad avanza, los hombres se vuelven más sobrios, pero Tú te vuelves cada vez más revoltoso”.
Sridhara estaba en lo correcto, Nimai aún era inquieto y travieso. Un día, mientras paseaba en compañía de Sus estudiantes, bien vestido, masticando especias dulces y con libros en Sus manos, se encontró con Srivasa Pandita. Como Srivasa era mayor que Él, Nimai le ofreció Sus respetos y después de recibir sus bendiciones, le dijo en tono
jocoso: “¿Adónde vas hoy? ¡Oh joya cimera del orgullo!” Srivasa Pandita dijo: “¿Por qué te la pasas leyendo y enseñando gramática todo el tiempo? Deberías adorar a Krsna”. Nimai dijo jocosa pero humildemente: “Sí Pandita, por tu gracia ciertamente adoraré a Krsna algún día”. Después de decir esto, Nimai se apresuró hacia el Ganges para darse un baño.

EL OSADO RETO LLENÓ DE TEMOR AL PUEBLO

Por ese entonces, Nimai alcanzó Su más grande victoria como estudioso y experto conocedor al derrotar a Kesava Bhatta de Cachemira, quien por aquellos días era el erudito más grande de esa época. Por su vasto conocimiento, se le había concedido el título Dig-vijayi, aquel que ha cosechado triunfos en todas las direcciones. En el transcurso de sus continuos y victoriosos viajes, llegó a Navadvipa acompañado de elefantes, caballos, riquezas acumuladas y varios presentes recibidos de otros Panditas en distintas provincias. Nimai, por otra parte, solía pasar mucho tiempo con Sus estudiantes a orillas del Ganges, discutiendo diversos temas de gramática y literatura. Especialmente, solía sentarse en las riberas del Ganges por las tardes y retaba a todo aquel que quisiera disputar con Él sobre cualquier tema. Nadie podía aceptar Su reto y esto acrecentaba Su gloria. Su grupo de estudiantes comenzó a expandirse cada día. Cierta vez, uno de los alumnos de Nimai le informó que Kesava Kasmiri había recibido las bendiciones de Sarasvati, la diosa del conocimiento, y que por lo tanto era invencible. Nimai contestó que el orgullo había ocasionado la caída de muchos y que el Señor indudablemente castigaba al orgulloso. Kesava Kasmiri ofreció dos opciones a los eruditos de Navadvipa: una, que le enfrentaran abierta y directamente en un debate sobre temas académicos del sánscrito; y la otra, que le dieran un reconocimiento escrito de la superioridad de su erudición. El osado reto llenó de temor a este pueblo famoso por sus universidades. Hubo grandes perturbaciones entre los Panditas, quienes se unieron para salvaguardar las altas tradiciones de sus universidades.

NIMAI INDICÓ VARIOS ERRORES GRAMATICALES

Un atardecer, el Pandita Kasmiri se encontró con Nimai y Sus estudiantes a orillas del Ganges. Nimai muy cortésmente alabó al Pandita Kasmiri y le pidió que recitara un poema en alabanza al sagrado río Ganges. El Pandita Kasmiri de inmediato recitó varios cientos de versos glorificando al Ganges. Todos excepto Nimai
quedaron atónitos ante su extraordinaria capacidad para componer y recitar esos versos. Sin embargo, de la extensa recitación, Nimai seleccionó el sexagésimo cuarto verso e indicó varios errores gramaticales. Señaló cinco ornamentos literarios y cinco errores en el verso, entre ellos composición inapropiada, significados contradictorios, redundancia e irregularidad en la rima. Nimai señaló estos errores al sopesar los méritos y los deméritos del verso y concluyó afirmando que un poema adornado con sentimientos elevados y con las artes de la poesía, ante la más leve imperfección se vuelve como un hermoso cuerpo cubierto por la lepra. Asombrado, el Pandita Kasmiri no se explicaba cómo Nimai pudo memorizar perfectamente todos los versos que él recitara con tanta rapidez, ni cómo podía explicar tan expertamente sus significados. El Pandita se sentía totalmente intranquilo y destrozado. Entonces dijo a Nimai: “Eres un estudiante de gramática común y corriente, ¿qué puedes saber Tú acerca de ornamentos literarios? ¿Cómo puedes criticar un poema si no conoces la ciencia de la poesía?” Nimai contestó: “Ciertamente no he estudiado ese arte, pero he escuchado acerca de él en círculos superiores. Por eso pude examinar ese verso y encontrar sus numerosos errores y sus buenas cualidades”. Nimai le pidió entonces al Pandita que regresara al día siguiente. Esa noche la madre Sarasvati, la diosa del conocimiento, la Deidad adorable del Pandita, se le apareció en un sueño y le hizo esta revelación: “La persona que te derrotó hoy es el Señor del Universo. ¡Él es mi Señor! ¡Debes salir de Navadvipa lo antes posible y no revelar a nadie este secreto!” A la mañana siguiente, el Pandita Kasmiri fue a ver a Nimai y le ofreció sus respetos. También le contó con detalle acerca del sueño. Entonces Nimai aconsejó al Pandita Kasmiri que regresara a su hogar y adorara al Señor Krsna.