NIMAI ERA MUY GENEROSO
Nimai era muy generoso cuando daba alimentos y vestimentas a los menesterosos que venían a mendigar a Su puerta. Para hacer obras de caridad y dispensar hospitalidad, Su hogar siempre estaba abierto a todos. Los monjes solían congregarse allí por veintenas y Nimai les servía personalmente. En ocasiones, cuando Saci-devi se preocupaba por los gastos tan elevados, Nimai la consolaba: “Krsna, el sustentador del universo, proporcionará todo”. Nimai también se dedicó con más ahínco a enseñar a Sus estudiantes. Era extremadamente apuesto, joven, y se vestía a la moda. Sus labios eran rojos a fuerza de masticar especias dulces. Un grupo de estudiantes le seguía dondequiera que iba. ¡Esta era una característica muy particular en Él! De niño, era el líder de los niños; de estudiante, era el líder de la escuela, y ahora era el líder de Sus propios estudiantes. El proverbio favorito de Nimai, después de convertirse en maestro, era que en Kali-yuga, la era de las riñas, aquellos que no conocen las reglas de las conjunciones gramaticales se convierten en profesores de gramática. Los Panditas más prominentes se convertían en blancos de Nimai; por eso, siempre que fuese posible, hábilmente se escondían de Él. Un día, paseaba por las calles con Sus estudiantes cuando vio a un devoto llamado Mukunda, quien rápidamente escapó para evitarle. Nimai le preguntó a Govinda: “¿Por qué huyó Mukunda?” Govinda contestó: “Mukunda súbitamente recordó algo que había olvidado hacer”. Nimai no quedó satisfecho con la respuesta y dijo: “Yo sé por qué lo hizo. Él no quiere hablar con un hombre mundano como Yo. Solamente lee las Escrituras Vaisnavas, en tanto que Yo explico los diversos comentarios acerca de la gramática. Nunca hablo de Krsna y por eso él huye de Mí”. Después de expresarse así sobre Mukunda, Nimai agregó: “¡Muy bien! Ellos pueden tratar de evitarme, pero no por mucho tiempo. Me convertiré en un devoto tal que el mundo entero vendrá a Mis puertas”. Nimai reía al bromear acerca del futuro, pero nadie podía comprenderle.
Cierto día, un gran devoto llamado Isvara Puri, quien se convertiría en preceptor de Nimai, vino a Navadvipa-dhama. Todos los devotos de Navadvipa le dieron la bienvenida con gran felicidad. En aquel instante Nimai no estaba presente. Más tarde, cuando se encontraron, Isvara Puri quedó atónito ante Su encantadora presencia. Había escuchado mucho acerca de Nimai Pandita y se sentía muy feliz de verle. Nimai
invitó a Isvara Puri a Su casa. Isvara Puri aceptó y fue a comer allí. Después, habló con detalle acerca de su maestro espiritual y de los pasatiempos amorosos de Krsna. Nimai le escuchó atentamente, y mientras Isvara Puri permaneció en Navadvipa, fue a visitarle todos los días. Isvara Puri había escrito una obra titulada Krsna Lilamrta y quiso saber la opinión de Nimai sobre el libro. Nimai muy cortésmente declaró: “Cuando un devoto describe a Krsna, es ofensivo criticarle. No importa de qué manera un devoto se dirija a Él, Krsna se sentirá complacido y corresponderá a su devoción”. Esta respuesta satisfizo a Isvara Puri. Sin embargo, un día, mientras leía su obra a Nimai, Éste señaló un verbo utilizado de manera incorrecta. A continuación sobrevino un debate, pero Isvara Puri era un hombre muy sabio y simplemente escuchó los argumentos de Nimai. Cuando Nimai regresó al día siguiente, Isvara Puri demostró que el verbo había sido utilizado correctamente. Así, ellos pasaron varios días juntos tratando acerca de temas diversos. Isvara Puri no permanecía por largo tiempo en ningún lugar y pronto se fue de Navadvipa.
MUKUNDA FUE ILUMINADO AMPLIAMENTE
Algún tiempo después, Nimai sorprendió a Mukunda y exigió le explicara por qué le había evitado la última vez. Nimai le dijo: “Hoy no permitiré que te vayas a menos que me des una satisfacción”. Mukunda pensó que Nimai era experto en gramática, pero que si seleccionaban temas sobre poesía, podría vencerle fácilmente. Entonces dijo en voz alta: “La gramática es cosa de niños, tratemos acerca de la poesía y las aliteraciones”. Complacido, Nimai consintió. En el transcurso del debate Mukunda fue iluminado ampliamente. Finalmente, Nimai le aconsejó: “Ve a casa y vuelve a leer tus libros, pero esta vez presta más atención”. Mukunda se inclinó ante Él lleno de asombro y se preguntaba cómo era posible que Nimai fuese tan sabio. Una vez, mientras desempeñaba Su papel de maestro, Nimai cayó en éxtasis. En lo profundo de Su arrobamiento, Sus palabras eran incoherentes, rodaba por el suelo y todo lo rompía. Gritaba en alta voz, saltaba y amenazaba con pegarle a la gente. Sus amigos pensaron que la causa era un trastorno de los aires de Su cuerpo. Su estudiante favorito y Su benefactor vinieron a verle y le trajeron algunos aceites muy finos. Se probaron muchos otros remedios, pero Nimai no dejaba de exclamar: “¡Mi nombre es Visvambhara! Yo soy aquel que sustenta el universo, pero nadie me reconoce”.
Muchos concluyeron que algún espíritu se había apoderado de Nimai, mientras otros decían que había enloquecido por el hábito de hablar continuamente. Sin embargo, después de algún tiempo, invariablemente regresaba a la normalidad.